Un joven que trabajaba en el ejército era humillado constantemente por ser cristiano. Un día, su superior, queriendo humillarlo delante del pelotón, llamó al soldado y le dijo: - Joven venga aquí, tome la llave y vaya hacia aquel Jeep y estaciónelo allá al frente. El joven soldado dijo: - No sé manejar, señor. - Entonces… -dijo el superior- ¡Vamos! ¡Pida ayuda a su dios! ¡Muéstrenos que él existe! El soldado agarró la llave y, mientras iba al vehículo, empezó a orar. Subió, puso la llave en el arranque, movió la palanca de velocidades y manejó estacionándolo perfectamente. Al salir del Jeep, el soldado vio a todos aquellos que estaban llorando y diciendo: "Nosotros queremos servir a tu dios." El joven soldado, espantado, preguntó qué estaba sucediendo. A lo que el superior, llorando, abrió el capo del Jeep y le mostró que el carro estaba sin motor. Entonces el joven dijo: - ¿Están viendo? Ese es el Dios a quien yo sirvo, el Dio
Un sabio decía que nuestra forma de pensar se congela y nos quedamos recorriendo siempre los mismos caminos, pues la mente se fija a las cosas que pensamos. Hoy en día este fenómeno se conoce como "paradigma". Imaginemos que vamos en bicicleta por una carretera: el aire fresco golpeándonos el rostro; los árboles, las nubes, la naturaleza, las aves, los montes lejanos… Imaginemos que de pronto vemos una gran piedra en medio del camino. Si fijamos toda nuestra atención en la piedra -es decir, en el obstáculo-, por más que sólo ocupe un breve espacio en la carretera, terminaremos chocándonos con ella. Pensemos cuántas veces descubrimos un obstáculo en la vía y, al asumirlo como si fuera lo único, hacemos desaparecer todas las demás opciones (los árboles, las nubes, el resto del camino), dirigiéndonos irremediablemente hacia él, hacia la piedra. No permitamos hoy que los obstáculos desvíen nuestra atención y nos hagan creer que ya no hay salida, siempre hay o