Skip to main content

La mujer y la gallina

Una mujer viuda tenía una gallina que le ponía un huevo todos los días. Pensó que si le daba más cebada pondría dos huevos, y aumentó su ración. Pero la gallina engordó y ya no pudo ni poner una vez al día.
 
Si sin control ni sabiduría fuerzas lo que ya te está sirviendo para que te dé más,
sólo obtendrás que perderás lo que ya tienes.
 
Esopo




Comments

Popular posts from this blog

Los barcos viejos

Cuando Hu Lizi abandonó la capital para regresar a su pueblo natal, el Primer Ministro puso un funcionario a su disposición para que lo acompañara. - Escoja para su viaje -le dijo- el barco del gobierno que más le guste. El día de la partida, Hu Lizi fue el primero en llegar al embarcadero. Había allí varios miles de embarcaciones amarradas a lo largo de la ribera. Hizo esfuerzos por reconocer los barcos del gobierno, pero fue inútil. Cuando llegó el funcionario que debía acompañarlo, le preguntó: - ¡Aquí hay tantos barcos! ¿Cómo distinguir los del gobierno? - Nada más fácil -contestó su interlocutor-. Aquellos que tienen el toldo agujereado, los remos quebrados, y las velas rajadas, son todos barcos del gobierno. Hu Lizi levantó sus ojos al cielo y suspirando dijo para sí mismo: "No es de extrañar que el pueblo sea tan miserable. ¡El emperador seguramente también lo considera como propiedad del gobierno!". Yu Li Zi

Escondido en una piedra ruda

Tenía toda la apariencia de una piedra común. Estaba redondeada, y era de color gris. Parecía una papa, y por cierto, papa la llamaban. La piedra estaba de venta en una exposición de minerales poco comunes en Plano, Texas. Un hombre la compró por diez dólares, se la llevó a su casa y la cortó con una sierra. Dentro de la piedra, tosca y vulgar, había un zafiro de 1.154 quilates. Cortado y pulido por John Robinson, pulidor profesional de piedras preciosas, el zafiro adquirió un valor que nadie pudo haber imaginado: ¡tres millones de dólares! "¡Es un zafiro absolutamente fantástico -exclamó Robinson-, el mejor que he visto en mi vida!" Una vez más se dio el caso que, dentro de una piedra que al parecer no tenía ningún valor, que los muchachos usarían para arrojársela a un perro o lanzarla por los techos, se escondía otra piedra, una piedra preciosísima que tenía un valor fabuloso. Hace algunos años en Australia un escultor pobre y fracasado compró, con los últim